Situación de desigualdad: doble discriminación

En el ámbito de las mujeres en general, la desigualdad de género es todavía un problema al orden del día. En el que las diferencias entre hombres y mujeres en ámbitos tales como el mundo laboral, la educación, la salud o la economía indican que aún hay mucho por hacer en este aspecto. 

En el ámbito de las mujeres con problemas de salud mental, la discriminación que se produce es doble o triple debido a tener las mismas desigualdades como cualquier mujer y además añadir la discriminación que sufren por la propia enfermedad mental o, en su caso, por la discapacidad. La dimensión de género ha estado excluida de las cuestiones relacionadas con la salud mental. Además, se constata la menor participación de estas mujeres respecto a la participación de los hombres con enfermedad mental. Fedeafes, en el estudio realizado "Diagnóstico sobre la situación frente a la igualdad de mujeres y hombres en Fedeafes", señala que:

Los servicios y programas que desde las asociaciones se dirigen directamente a personas con enfermedad mental atienden, en muchos de estos servicios, de media, al doble de hombres que de mujeres, el estudio analizaba los años 2010, 2011 y 2012. Las razones que se apuntan en esta investigación que puede justificar esta brecha de participación, son:

  • El rol tradicional femenino, que las vincula al trabajo doméstico.
  • El papel de las familias, que las sobreprotegen y las impulsan en mayor medida a quedarse en casa.
  • El escaso nivel de empoderamiento de las mujeres con enfermedad mental, que les impide percibirse como sujeto de derechos.
  • El hecho de que los recursos estén diseñados atendiendo a un patrón de necesidades masculino, centrado en el autocuidado básico, para el que las mujeres disponen de más herramientas, mientras que ignoran los requerimientos más sofisticados de cuidado femenino, centrados en lo emocional y en lo relacional.
  • La posible existencia de diferentes sensibilidades hacia las mujeres y los hombres en los centros de derivación, que tenderían a percibir como menos problemático que las mujeres con enfermedad mental se queden en casa, incluso de manera inconsciente, dada la naturalización social del rol doméstico femenino.

Asimismo, la investigación también concluye que:

  • La menor utilización de los recursos y servicios priva a las mujeres con enfermedad mental de oportunidades para la participación social, un ámbito en el presentan una clara desigualdad respecto a los hombres.
  • El déficit de participación femenino se deja sentir especialmente en el ámbito del empleo, al que las mujeres acceden en una proporción que no llega al 30%.
  • No existen recursos de apoyo para madres con enfermedad mental y son necesarios para conseguir la igualdad para estas mujeres.
  • La necesidad de espacios propios de mujeres para abordar las cuestiones de interés femenino.