“El auge de la comunicación telemática nos permite crear grupos para que mujeres de diferentes lugares puedan apoyarse sin miedo al estigma”

Mercé Torrentallé es presidenta de la asociación Salud Mental la Noguera, y vicepresidenta de Obertament, alianza contra el estigma. Es también integrante de la junta directiva de  la federación Salut Mental Catalunya y miembro de la red de  mujeres de la Confederación Salud Mental España. Como a ella le gusta definirse, es además activista en primera persona. 

Merce Torrentalle

Mercé es presidenta de la asociación Salud Mental la Noguera, y vicepresidenta de Obertament, alianza contra el estigma. Es también integrante de la junta directiva de  la federación Salut Mental Catalunya y miembro de la red de  mujeres de la Confederación Salud Mental España. Como a ella le gusta definirse, es además  activista en primera persona. 

Mercé, ¿cuál ha sido tu experiencia propia en salud mental?

En el año 1999 tuve un brote psicótico en plena calle en un pueblo de 2500 habitantes, y ya sabemos el estigma que esto acarrea. En aquel momento yo tenía dos hijos y una hija en edad adolescente, y trabajaba como delineante proyectista y técnica de prevención de riesgos laborales. Estuve un tiempo que no salía a la calle por miedo al estigma y la discriminación, aunque tenía suerte porque venían a buscarme unas amigas e íbamos a los pueblos de alrededor a tomar un café. En mi propio municipio no me atrevía a salir. Pero llegó un momento en que empezaron a discriminar a mi hija, que en aquellos momentos tenía 16 años, y le decían que sus palabras no tenían criterio porque su madre estaba loca. Y eso, en lugar de hundirme, hizo que reaccionará. Por consejo de mi psicólogo empecé a escribir para expresar mis sentimientos, y posteriormente me indicó que compartir lo escrito, cambiando los nombres de los personajes y del pueblo, podría ser un instrumento útil para ayudar otras personas que pasaran por lo mismo. 

El libro se llama ‘Esquizofrenia, locura o realidad’, y en él explico todo este proceso; cómo me fui llenando de  estrés, cómo tuve el ingreso y cómo fue la lenta y progresiva recuperación.

Posteriormente escribí otro libro ‘Esquizofrenia en primera persona’, explicando la esquizofrenia con frases cortas y dibujos que acompañaban a las frases.

Tu recorrido es importante. Como mujer con experiencia propia en salud mental, participas en ámbitos de representación y en órganos donde se toman decisiones. ¿Cómo se llega a este punto? 

Primero, las líneas que tenemos son muy claras. Defendemos los derechos de las personas con problemas de salud mental y también de sus familiares, porque somos una organización mixta. Al empezar a ser conocida por el libro me empezaron a llamar de varias partes. Por ejemplo, mi psiquiatra, que es profesor de la universidad, me pidió que me presentara ante su alumnado, estudiantes de medicina y psiquiatría, porque, como iban a ver a las personas en pleno brote, quería que conocieran a alguien que había realizado un proceso de recuperación para ver que se puede hacer una vida normalizada. A partir de aquí empecé a ser conocida y me empezaron a llamar medios de comunicación. Creo que es importante ser transparente, saber contar lo que quieres contar y formarte para manejar un lenguaje que incluya a la mayor gente posible. Es nuestra voz, pero también es la voz de muchas compañeras, y para eso necesitamos tener un equipo de personas colaboradoras, que te ayuden a buscar datos y demás.

Desde Salud Mental Euskadi hemos trabajado desde hace muchos años para ayudar a de las mujeres con problemas de salud mental y visibilizar la múltiple discriminación y la violencia machista. ¿Qué consideras que debemos hacer para avanzar en la igualdad de las mujeres con problemas de salud mental? 

Lo primero es la formación y la información. Muchas de las mujeres con problemas de salud mental tenemos hijas e hijos y debemos educarlos para la igualdad. La formación para mí es básica y tenemos que incluir en ella a nuestra pareja, hijos e hijas. En Cataluña estamos creando algunos grupos sobre otras masculinidades. La desigualdad de género no la vamos a resolver solas, porque la sociedad es mitad hombres y mitad mujeres. La formación no solo debe darse en el ámbito familiar, sino también en el educativo. Además, es importante que los proyectos que se planifiquen cuenten con la voz de las mujeres con problemas de salud mental.

Por ello, es imprescindible conocer nuestros derechos, ya que, cuando estamos involucradas en un caso de violencia machista o de custodia de los hijos e hijas, es necesario contar con apoyo y ayuda. Ahí, el papel de las asociaciones es el de apoyar e informar.

Hay un gran déficit en el empleo de mujeres con problemas de salud mental. ¿Cómo se podría impulsar el empleo?

Desde Obertament estamos ofreciendo formación a empresas sobre cómo tratar a una persona con problemas de salud mental en el trabajo. Necesitamos crear empleos adaptados, puesto que muchas de las mujeres damos más de lo que se nos pide para que no se nos note el problema de salud mental, y esa voluntad no se valora. Y cómo yo digo siempre, no soy una enfermedad con patas, soy una persona que tengo mis habilidades y dificultades como todo el mundo. Tenemos que potenciar el empleo, porque una de las dificultades para muchas mujeres con problemas de salud mental es que no podemos cubrir nuestras necesidades básicas, y en esas circunstancias el problema de salud mental aumenta. Debemos hacer políticas para que nos vean como a cualquier otra mujer, y visibilizar que con un tratamiento adecuado podamos realizar las tareas para las que estamos preparadas.

¿En qué punto está la red de mujeres de Salud Mental España? 

La red estatal de mujeres de Confederación Salud Mental España está tomando mucho auge. En Cataluña, en 2019 nos reunimos siete personas para crear una red de mujeres, y hoy en día somos 247 integrantes. Hemos formado grupos de apoyo mutuo, grupos específicos para mujeres, y hemos ofrecido muchas charlas y formaciones sobre temas como la mujer y el envejecimiento, las curas perinatales, etc. Esta iniciativa que empezó con la confederación se está replicando por todas las comunidades. Hemos conseguido, todas juntas desde la confederación, que se abolieran las esterilizaciones forzosas, y vosotras estabais allí también. Lo bueno es que hemos aprendido a compartir experiencias que se están desarrollando por todo el territorio, y eso es un valor importantísimo porque ya no empezamos de cero.

La investigación de Salud Mental Euskadi (Fedeafes) sobre violencia arrojó unos datos escalofriantes en torno a la violencia que sufren las mujeres con problemas de salud mental. Hasta un 80% de las mujeres han sido víctimas de violencia y un 43% no identifican la violencia como tal. Otro dato es que el 50% de las personas profesionales desconocían la situación de violencia en la que estaban las mujeres que atendían. ¿Qué se debe hacer para frenar esta realidad? 

Una de las cosas que han sido fundamentales son los grupos telemáticos. Yo vivo en un entorno rural y a veces puedes tener un problema de salud mental y sufrir violencia machista, pero no sabes cómo canalizarlo. Una compañera está llevando un grupo para toda Cataluña sobre esta cuestión y ha descubierto que mujeres que no se atrevían a decírselo a nadie han encontrado el espacio apropiado a través de este grupo. Se han puesto a hablar de sus experiencias personales y han sacado su dolor; se han atrevido a verbalizarlo. A veces en los entornos rurales no te animas a contarlo porque conocen a tu marido y a todo tu entorno. Y lo bueno que nos ha dado la pandemia es esta comunicación por redes que nos ha permitido detectar mujeres que necesitaban ayuda y apoyo.

¿Cómo es el trabajo que se realiza en Obertament? 

Obertament es una alianza contra el estigma, que arrancó con 30 activistas y actualmente somos 150. Lo cierto es que se ha constatado que las mayores dificultades para las personas con problemas de salud mental se relacionan precisamente con el estigma más que con el propio trastorno. Por ello, esta iniciativa lleva ya 10 años desde las primeras formaciones y se ha demostrado que al menos el estigma social ha disminuido en tres grados debido a las campañas. Hemos llevado a cabo campañas de todo tipo, de juventud, de colaboración con personas famosas… de muchos tipos. En Cataluña se ha organizado un consejo participativo, se ha presentado un kit de materiales en relación al estigma y se han establecido tres líneas principales de trabajo. Una de ellas es el programa de ‘Whats Up ¿Cómo vas de salud mental?’ que se desarrolla en 3º y 4º de la ESO desde una perspectiva en primera persona. Otra línea es la formación a las empresas, y la tercera se centra en el ámbito sanitario, donde se ha detectado mucha discriminación y donde estamos haciendo formaciones para reducirla. Por supuesto, también incidimos en los medios de comunicación para que mejoren su enfoque y lenguaje. Afortunadamente, las palabras que utilizaban hace diez años se están cambiando.

Sabemos que has intervenido en el parlamento catalán. ¿Qué nos puedes contar  de esta experiencia? 

Fui invitada como vicepresidenta de Obertament. En un principio estaba nerviosa pero luego intenté mantenerme lo más calmada posible y hablar en nombre de todas las personas con problemas de salud mental. Fue muy emocionante porque al acabar se levantaron a aplaudirme los representantes de todos los grupos políticos y la intervención ha tenido más repercusión de lo que esperaba. Me ha llamado gente hasta de París para ver si le podía ayudar a contactar con alguna asociación porque tenía familiares en Cataluña. Gracias a estas cosas sientes la alegría de ser útil para alguien, y eso es el activismo. El activismo empieza cuando eres capaz de explicar tu experiencia y el camino que has recorrido con la idea de ayudar a otras personas.

Eres presidenta de la asociación la asociación Salud Mental La Noguera y vicepresidenta de la asociación Obertament. ¿Qué supone liderar una asociación y tener cargos de responsabilidad?

Supone mucho tiempo, mucha paciencia, reunirte con personas de tu confianza y aprender a delegar. También es importante tener unos puntos de referencia para que cuando necesites ayuda para abordar un tema sepas a quién dirigirte. Para mí eso es lo fundamental, tener un equipo detrás. 

¿Por dónde debemos orientarnos las redes o grupos de mujeres que defienden los derechos de las mujeres con problemas de salud mental?

Tenemos que saber crear un clima de confianza porque estamos tratando temas de mucha sensibilidad. Es necesario también que haya mucha empatía, ya que muchas de las cosas que nos duelen son a raíz de la vulneración de derechos. Y si te encuentras a una madre a la que le quieren quitar la custodia de las hijas e hijos es muy importante que la sepan acoger.

¿Cómo ves el futuro de las mujeres con problemas de salud mental? ¿Consideras que el avance en la participación será una realidad? 

Una de las cosas que ha puesto sobre la mesa la pandemia han sido los problemas de salud mental. En el ámbito de las mujeres debemos tener en cuenta, de cara a la participación, que muchas somos cuidadoras. Nosotras podemos necesitar cuidados pero además nos volcamos en cuidar a la familia, y todo ello incide en la participación.

Los medios de comunicación nos pueden ayudar mucho. Hay que tener cuidado con los términos que utilizamos, porque aparte del estigma social está el autoestigma, y en ocasiones asumimos como cierto lo que dicen los medios de comunicación de forma negativa. Tenemos que conseguir que todos los medios de comunicación tengan un discurso coherente, que nos consideren personas válidas. No todo el mundo puede ser astronauta e ir a la luna; nosotras también podemos tener algunas dificultades y necesitar acompañamiento. Romper ese tabú es el principal reto para la participación. 

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